Hasta bien entrado el s.XX, los hábitos de la población mallorquina cambiaban
radicalmente en época de Cuaresma, período de siete semanas entre el carnaval y Pascua.
El "dijous llarder" (jueves anterior al miércoles de ceniza) se despedía al carnaval
con productos tales como "la ensaimada de tallades"
(ensaimada con sobrasada y calabazate confitado). Y luego empezaba un período de
ayuno y abstinencia que se obsevaba escrupulosamente, hasta el punto que, en la payesía,
las mujeres limpiaban a fondo las ollas para que no quedase en ellas ningún rastro de grasa animal. Quienes tenían bula únicamente se abstenian de comer carne los viernes y quienes carecían de ella, lo hacían las siete semanas.
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En Mallorca se confeccionaba una figura de siete pies -uno por semana- a la que se
denominaba la "JAIA COREMA" (abuela cuaresma) y que se colgaba en el interior de
las casa. Así como iban transcurriendo las semanas, se arrancaban las piernas de la
"jaia", que además de ser vieja era fea. "Eseer més llarg que la Quaresma"
(ser más largo que la cuaresma) es un refrán mallorquin muy usado para definir algo malo y largo.
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Existen teorías gastronómicas que indican que, en el fondo, con la Cuaresma, se
lograba la dieta mediterránea fuera más sana y variada. Se hacían raolas o
bu?uelos y croquetas de pescado. Los troncos de las acelgas y de las coles se
rebozaban. Mucha verdura y pescado, generalmente bacalao (mi preferido, para mi la cuaresma está falta de sacrificio, sino todo lo contrario).